Llega un punto de inflexión en el que te das cuenta de que hay muchas cosas rodeándote pero que ninguna siente nada por ti, después de todo estás solo, miras y buscas, pero no hallas nada, y vuelves a estar solo. Verdaderamente piensas en como has llegado hasta aquí pero no hay solución, has llegado así porque sí. Sin más, o a lo mejor si hay un por qué, pero tampoco eres capaz de encontrarlo. Y entonces te lamentas de no haber sabido aprovechar todo lo que estaba a tu alrededor anteriormente, y lloras, de rabia, de pura rabia, de ansia de no saber más, de dolor, de vergüenza, de vulnerabilidad, que eres débil, muy débil, te sientes como una mierda, no tienes culpa de nada y aún así sientes que tienes culpa de todo, que el mundo te come. Que no eres capaz de seguir, que te aplastan, te pisan, te pisotean una y otra vez, y ya no, no eres capaz de levantarte. Piensas que ojalá desaparecieses, o que ojalá todo volviese unos años atrás, pero sientes que ni eso te mereces. Cobarde, que eres un cobarde suena una y otra y otra y otra vez en tu cabeza. Y piensas en todas las cosas que tienes y ves a la gente sonreír por la calle, y a ti sólo te sale llorar, y te sientes más débil todavía, y solo, no lo olvides. Que estás solo, no tienes nada, ni a nadie. Solo, muy muy solo. Te dices una y otra vez a ti mismo que no piensas llorar por quienes no te merecen, pero lloras, y entonces te vuelves a martirizar otra vez, '¡débil, que eres débil, cobarde!'. No tiene solución, eres la última mierda de este mundo, nadie te apoya y vas a seguir como estás. Solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario