martes, 22 de enero de 2013

Estamos solos.

Llega un punto de inflexión en el que te das cuenta de que hay muchas cosas rodeándote pero que ninguna siente nada por ti, después de todo estás solo, miras y buscas, pero no hallas nada, y vuelves a estar solo. Verdaderamente piensas en como has llegado hasta aquí pero no hay solución, has llegado así porque sí. Sin más, o a lo mejor si hay un por qué, pero tampoco eres capaz de encontrarlo. Y entonces te lamentas de no haber sabido aprovechar todo lo que estaba a tu alrededor anteriormente, y lloras, de rabia, de pura rabia, de ansia de no saber más, de dolor, de vergüenza, de vulnerabilidad, que eres débil, muy débil, te sientes como una mierda, no tienes culpa de nada y aún así sientes que tienes culpa de todo, que el mundo te come. Que no eres capaz de seguir, que te aplastan, te pisan, te pisotean una y otra vez, y ya no, no eres capaz de levantarte. Piensas que ojalá desaparecieses, o que ojalá todo volviese unos años atrás, pero sientes que ni eso te mereces. Cobarde, que eres un cobarde suena una y otra y otra y otra vez en tu cabeza. Y piensas en todas las cosas que tienes y ves a la gente sonreír por la calle, y a ti sólo te sale llorar, y te sientes más débil todavía, y solo, no lo olvides. Que estás solo, no tienes nada, ni a nadie. Solo, muy muy solo. Te dices una y otra vez a ti mismo que no piensas llorar por quienes no te merecen, pero lloras, y entonces te vuelves a martirizar otra vez, '¡débil, que eres débil, cobarde!'. No tiene solución, eres la última mierda de este mundo, nadie te apoya y vas a seguir como estás. Solo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario